Un salto en bungee: la historia de los tres ordenandos mexicanos

Torre de Macao. Macao, China. 338 metros de altura desde el suelo hasta su punto más alto. 20 años desde su inauguración. Aquí fue donde Alan John "A. J." Hackett rompió el récord de mayor altura de salto en bungee: 233 metros de caída libre. Una cuerda elástica atada al tobillo. Un salto de fe.

«Ves un abismo abajo, con mucho riesgo, y te da mucho miedo; piensas que la mejor opción es quizá bajar por las escaleras y regresar». Estas palabras no son las de A. J. Hackett. Tampoco son las de un paracaidista, ni las de un piloto de parapente. Juan Diego más bien es de jugar fútbol y escalar montañas. Ahora, se prepara para saltar: «Me siento como si me fuera a lanzar en un bungee». Juan Diego es uno de los tres mexicanos que serán ordenados sacerdotes el próximo 22 de mayo de 2021.

«Al principio, la verdad es que sí da miedo», admite Héctor. «A veces, siento vértigo y me pongo nervioso, pero luego pienso que es el Señor quien me ha elegido, y el Señor no abandona». Es como andar en bicicleta: para aprender, necesitas quitar los pies del piso y ponerlos en los pedales. En esto, Héctor tiene experiencia. «Éramos dueños de la bicicleta y amos de la calle», recuerda su hermano Édgar. Las risas y los juegos bien valen las rodillas raspadas y los codos adoloridos.

Josemaría, en cambio, pertenecía al escenario. «Le encantaba el teatro, le encantaba la actuación», recuerda su hermana Marta. Pero no es lo único en lo que era experto. «Siendo el menor de seis hermanos –y con cuatro mujeres arriba de él– todavía decimos que nos debe un doctorado en psicología femenina», ríe otra de sus hermanas, Pilar. Ahora, Josemaría se enfrenta a una nueva puesta en escena, que cambiará su vida. Como aprender a andar en bicicleta. Como saltar en bungee.

Juan Diego, al terminar la preparatoria, se fue un año a trabajar a Irlanda. Cuando regresó a México, lo primero que hizo fue salir a cenar unos tacos. Cristalazo. Abrieron el coche y se robaron las maletas, con todos sus ahorros. «Casi me echo a llorar en ese momento. Pero ese año terminé ganando, porque descubrí mi vocación al Opus Dei».

Quinto de primaria. Intercambio de regalos navideños. Toño, el hermano gemelo de Héctor, recibe unos carritos de juguete. Héctor recibe una cruz. «Mi hermano se enojó muchísimo. Ningún niño de diez años quiere una cruz. Pero ahora, ya sabemos qué le vamos a regalar con motivo de su ordenación: unos carritos de juguete», ríe Édgar, el hermano mayor de Héctor.

Josemaría está convencido de que Dios no se deja ganar en generosidad: «Siempre su plan es mejor que el nuestro. Un amigo sacerdote me dijo alguna vez: “Chema, convéncete de que Dios te ha preparado durante toda tu vida para estar donde estás ahora, y que Dios te sigue preparando para lo que te va a pedir más adelante”».

«Suelo decir a mis hijos que el noventa por ciento de su vocación al Opus Dei se lo deben a sus padres: porque les han sabido educar y les han enseñado a ser generosos». San Josemaría lo sabía bien: es en casa donde aprendemos a darnos, donde aprendemos a querer. Por eso, la familia está llamada a ser –en palabras del Papa Francisco– «escuela de generosidad».

Lupita, madre de Juan Diego, tenía muy presentes las palabras del fundador del Opus Dei: «Siempre le pedí mucho a san José por la vocación de cada uno de mis hijos, y ahora siempre le doy gracias porque cada uno ha sabido corresponder».

«Yo no dejo de pensar que la vocación de Josemaría es un regalo enorme para todos, pero para mis papás es un regalazo», sonríe Maripaz, hermana del futuro sacerdote. «Y yo les estoy muy agradecida por su ejemplo y por la libertad que siempre nos dieron para responder con generosidad a lo que Dios nos pedía a cada uno».

«Para mí, la noticia de su ordenación no fue una sorpresa», explica Héctor recordando la llamada de su hijo. Yo le pedí mucho a Dios que lo iluminara para que fuera llamado al sacerdocio. El Señor me escuchó». El noventa por ciento de la vocación. Porque son los padres quienes nos enseñan a andar en bicicleta y quienes aplauden cuando el telón se cierra. Porque son los padres los que nos enseñan a saltar.

«Hay que pedir la luz para ver y la fuerza para querer». Las palabras del Prelado, Mons. Fernando Ocáriz, resuenan en los oídos de los 27 fieles del Opus Dei que este 22 de mayo “saltarán en bungee”. Lo harán sin cuerda elástica. No lo harán en Macao, China, sino en Roma, Italia. Vértigo. Ilusión. Agradecimiento. Es un salto de fe. Y, ¿quién sabe? Tal vez rompan el récord de mayor altura de salto en bungee.