Nuevo Sacerdote mexicano ordenado en Roma

El Padre Juan Carlos Ibarra recibió la ordenación sacerdotal el pasado 21 de mayo de manos de Mons. Javier Echevarría, en la Parroquia de San Eugenio. Presentamos una entrevista que nos concedió días antes de su ordenación.

Aspecto del interior de San Eugenio

Usted fue el editor de la página web del Opus Dei durante varios años ¿Qué nos puede decir de esa experiencia profesional?

Estudié Comunicaciones en el Tec, campus Monterrey, y cuando salí de la universidad el mundo de Internet comenzaba a crecer a pasos de gigante. En 1998 inicié en Roma mi trabajo como webeditor de www.opusdei.org, que ofrecía entonces información en 4 idiomas. En el 2004, cuando dejé este trabajo, proporcionaba textos en más de 20 idiomas. No se trata de un mérito mío sino de la misma dinámica de internet en estos años y de la difusión de la Obra en todo el mundo.

Ha sido una experiencia profesional muy enriquecedora. La versatilidad y lenguaje de Internet nos pedía creatividad para transmitir el mensaje del Opus Dei. Intentamos de todo y aprendimos con éxitos y fracasos. Los mensajes que recibíamos de los usuarios de la página web nos alentaban mucho. En el 2003 nos llegaron unos 15,000 mensajes desde más de 70 países, con contenidos muy diversos: preguntas sobre la Iglesia Católica y la Obra, testimonios de fe, gente que quería hacerse del Opus Dei, narraciones de favores de san Josemaría, peticiones de oraciones: recuerdo el mensaje de un joven de Pekín que pertenecía a la "underground catholic church" en China donde nos pedía que rezáramos por él para que fuera fiel a su fe católica y al Papa. Ahora, con mi nuevo trabajo de comunicador de la fe, espero aprovechar esta experiencia profesional para comunicar con creatividad y fuerza el atractivo mensaje de Cristo.

En estos momentos de alegría por su ordenación sacerdotal ¿Qué ideas pasan por su mente?

Muchísimas. Podría condensarlas en una palabra: ¡Gracias! Mi corazón se llena de agradecimiento al Señor por este inmerecido don del sacerdocio. Aunque, como muchos mexicanos, era católico, pocas veces rezaba y casi nunca pisaba una iglesia. Dios se hizo el encontradizo, vino a buscarme y me hizo descubrir la maravilla de la fe. Y ahora, a pesar de todas mis limitaciones y “meteduras de pata”, el Señor me llama para colaborar en la entusiasmante aventura de ayudar a mucha gente a descubrir la alegría de la vida cristiana. Un gran reto y responsabilidad para los 42 que nos ordenamos: ¡contamos con el apoyo de sus oraciones!

Doy las gracias a mis papás y hermanos, que han hecho un esfuerzo para venir a Roma a la ceremonia. El cariño y oración de mis padres ha sido un pilar fundamental que me ha sostenido y sostendrá durante toda la vida. Pienso especialmente en mi hermano Jorge y su familia, que no han podido venir a pesar de que se “morían de ganas” de estar en Roma. Doy también gracias a todos mis parientes y amigos que me han inundado de "mails" y oraciones desde México. Estoy seguro de que todos estaremos muy unidos en la ordenación. De hecho, mis compañeros de la preparatoria del Colegio Cedros han organizado en la Ciudad de México una misa el mismo día de la ordenación, a la misma hora.

Gracias a san Josemaría, ya que el encuentro con su vida y su mensaje fue lo que me abrió los ojos a la fe. Un mensaje que descubrí encarnado en los amigos que me tomaron del brazo para ir dando juntos los pasos que me llevaban al Señor. Y en plena juventud, con 16 años, le di todo el corazón a Dios y me hice de la Obra. Ahora tengo 34 años y echando una mirada a estos 18 en el Opus Dei, compruebo como el Señor no se deja ganar en generosidad: ¡estoy feliz y lleno de esperanza!

¿Qué mensaje enviaría a los jóvenes que consideran la posibilidad de servir a Dios y a los demás en el sacerdocio?

P. Enrique Arce y P. Juan Carlos Ibarra

Les recordaría las palabras que Benedicto XVI dirigió a los jóvenes en su Misa de Inicio de Pontificado: No tengan miedo a abrir las puertas a Cristo, el Señor no quita nada y lo da todo. La Iglesia en México y en el mundo entero necesita muchos sacerdotes que lleven la luz de Cristo a millones de personas que están en penumbras, desorientadas, sedientas de la paz que sólo Dios puede dar.

Su sacerdocio comenzará un mes después del inicio del pontificado de S.S. Benedicto XVI ¿Qué significa para usted esa feliz circunstancia?

Lo que viví en la Plaza de San Pedro el mes de abril me ha dejado una huella en el alma que me acompañará toda la vida. Los últimos días de Juan Pablo II me han dado una gran lección sobre lo que significa ser sacerdote: un hombre abandonado en Dios, que se entrega a su misión hasta el último minuto de su vida. No olvidaré nunca que dos días antes de morir, casi sin fuerzas, concelebró la Santa Misa desde su cama. Le estoy pidiendo a Juan Pablo II que me ayude a amar la Santa Misa tanto como él la amó.

Siento también un especial compromiso de rezar y pedir muchas oraciones por Benedicto XVI. El día de la fumata bianca me encontré con un amigo que no veía desde años atrás. Me dijo que en esas semanas había estado varias veces en la Plaza de San Pedro y ver a tanta gente rezando le había ayudado a darse cuenta de que la Iglesia estaba viva y el desencanto por la fe que tenía se había transformado en esperanza. Estas fueron las palabras que más se me quedaron grabadas de la homilía de Benedicto XVI en su Misa de Inicio de Pontificado: la vitalidad de la Iglesia. Por eso siento la gran responsabilidad de colaborar con nuestro nuevo Papa en la transmisión de esta vitalidad a todas las personas que me encuentre en el camino. Vitalidad que recibimos de modo especial en la Confesión y en la Eucaristía.

¿Tiene ganas de regresar a México?

¡Muchísimas! El día antes de venir a Roma, hace 9 años, fui a la Villa a despedirme de la Virgen de Guadalupe. Desde ese día, todas las noches miro la imagen de la Guadalupana que tengo en mi cuarto y le pido por todos los mexicanos, por mi familia y por tantos amigos y conocidos. Cuando vuelva a México -espero que sea pronto- iré desde el aeropuerto a ponerme a los pies de la Virgen, para agradecerle tantos detalles de Madre que ha tenido conmigo y dejar en sus manos la nueva misión de los 42 sacerdotes que tuvimos la suerte de ordenarnos en mayo, el mes dedicado a Ella.