«Todo es posible para el que cree»

Ha comenzado el Año de la Fe convocado por Benedicto XVI. Recordamos algunas de las reflexiones de San Josemaría en torno a este misterio en su homilía “Vida de fe".

San Josemaría, en Vida de fe, nos recuerda, a través de diferentes escenas del Evangelio, que la fe no es sólo para  ser predicada, sino especialmente para ser practicada. El valor de la fe no está en qué tan bien logremos defenderla con palabras, sino en la resolución que tenemos para defenderla con obras.

G.K. Chesterton, autor de El hombre que fue jueves , escribió que uno no se hace cristiano por sentarse en una iglesia, así como tampoco se convierte en coche por estacionarse en un garaje. De forma más profunda, San Josemaría nos recuerda que el cristiano trata de seguir a Dios al pisar sobre sus pisadas y al vestirse con su vestidura, es decir, ser el mismo Cristo.

El Fundador del Opus Dei, señala: “…pues tu fe, fe en esa luz que el Señor te va dando, ha de ser operativa y sacrificada. No te hagas ilusiones, no pienses en descubrir modos nuevos. La fe que Él nos reclama es así: hemos de andar a su ritmo con obras llenas de generosidad, arrancando y soltando lo que estorba”.

Vida de fe –editada este año en México por Minos Tercer Milenio– abre al lector varios pasajes del Evangelio en los que es Jesús mismo quien nos habla de ese misterio y “dispone nuestra inteligencia a asentir a las verdades reveladas, a responder que sí a Cristo”.

San Josemaría se detiene especialmente en la fe operativa que presenta un ciego al escuchar las instrucciones de Dios: “… anda y lávate en la piscina de Siloé, que significa el Enviado. Fue, pues, el ciego y se lavó allí, y volvió con vista”. El ciego creyó, puso por obra lo dicho por Cristo y empezó a ver.

“Hemos de creer con fe firme en quien nos salva, en este Médico divino que ha sido enviado precisamente para sanarnos. Creer con tanta más fuerza cuanto mayor o más desesperada sea la enfermedad que padezcamos”.

Y luego está la escena de Bartimeo, otro ciego que deja a tras lo que le estorba –una capa– para llegar a Cristo y que a base de insistencia, gritos  y fe recupera la vista. La escena de la hemorroísa pone de manifiesto una fe diferente a la de Bartimeo, pero igualmente grande. San Josemaría retoma esta escena en la homilía para apuntar que la fe debe ser humilde.

El Fundador del Opus Dei recuerda también que debemos vivir según la fe para que Cristo reciba ganancia de nosotros. El trabajo ordinario, según explica, debe hacerse bien, pero no por gloria propia, sino por Dios.

“Fe, pues; fe con obras, fe con sacrificio, fe con humildad. Porque la fe nos convierte en criaturas omnipotentes: y todo cuanto pidiereis en la oración, como tengáis fe, lo alcanzaréis ”.