“Dios existe: yo me lo encontré”

Alain Voirol está casado, con siete hijos y es ingeniero eléctrico de la armada Suiza. Conoció el Opus Dei mientras enseñaba en una escuela técnica en Costa de Marfil. Él cuenta cómo ser miembro de la Prelatura ha afectado toda su vida.

¿Qué es lo que te llamó la atención del Opus Dei?

Como dijo André Frossard “Dios existe: yo me lo encontré” …¡y fue gracias al Opus Dei! Todos están llamados a conocerlo. Para mi, está en medio del mundo, en medio de mi trabajo, en Abidjan, que fue donde esta maravillosa aventura comenzó. Había una invitación en el tablón de anuncios de la escuela de ingeniería donde enseñaba y éste ofrecía un curso sobre la fe cristiana. Como todos los cursos ofrecidos por el Opus Dei, fue excelente. Cuidadosamente estructurado y racional, no jugó en sus emociones pero apeló a su intelecto. ¡Era muy científico!

¿Qué es lo que ha cambiado en tu vida desde que eres miembro del Opus Dei?

¡Nada! Aún me dedico al 100% a lo mismo que hacía antes: trabajo, el ejército, mi familia, hobbies. Pero muy en el fondo, todo ha cambiado. Marcado en mi infancia por el divorcio de mis padres, fui capaz de superarlo e incluso, darle gracias a Dios por esta situación que me abrió los ojos. Y aquí estamos, 30 años más tarde, con una gran familia, hermosos hijos e incluso nietos. El descubrir el matrimonio como Dios quiere nos ha llenado de gran gozo. Los cursos de orientación familiar con otras parejas también nos han enriquecido. Esto también es el Opus Dei: aprender, rezar y difundir la alegría donde quiera que estés.

¿Cómo santificas tu trabajo?

Cada suizo sabe cómo trabajar bien: con cuidado, eficiencia y rapidez. Pero estas cualidades a menudo parecen estar desperdiciadas. Como cristiano, le añadimos respeto, buen humor, ser positivo y comprensivo…¡amor! Creo que santificar el trabajo significa poner a la persona en primer lugar. ¡Pero eso no es todo! Un amigo al que hablé acerca de la santificación del detenerse en las luces rojas respondió rápidamente: ¿y qué hay de las luces amarillas? Poner a la persona en primer lugar está bien, pero mucho mejor es poner a Dios en primer lugar.