Antes pelaba papas, ahora me santifico pelando papas

Aparentemente, el trabajo de Maru consiste en preparar alimentos y atender a niños y adolescentes. En realidad, lo que esta profesionista hace es cocinar alegría y aderezarla con un ingrediente especial: sonrisas.

Soy Maru Treviño de Soto, supernumeraria del Opus Dei, y profesionalmente me dedico a la administración de dos cafeterías de colegios en Querétaro. Mi trabajo consiste en elaborar menús y proveer alimentos y otros productos a los estudiantes.

Al estar rodeada de niños he aprendido que los chiquitos, tanto mujeres como varones, te lo dicen todo tal cual. Sacan lo que traen, desde un “mi mamá no me habló en la mañana”, hasta un “no me gusta la comida”, “tuve una pelea con mi novio”... Llegas a escuchar todo esto. El momento de la comida y del recreo es cuando los estudiantes se relajan, y usualmente están contentos, pero puede ser que alguno venga muy enojado, entonces trato de contarle un chiste o una broma. La paciencia es muy importante en mi trabajo, y además tengo como aliados a los ángeles custodios de los estudiantes.

En mi vida se hizo realidad aquel punto clásico de Surco: Antes pelaba papas, pero ahora me santifico pelando papas (1). Veo que el servicio es lo que me va a llevar a Dios, a mí y a la gente con la que trabajo. Encontrar el sentido al servicio a través de la santificación del trabajo es algo que también han logrado mis colegas.

Creo que hay mucho que hacemos y que no se debe notar, como facilitar las cosas a la gente que va a requerir tu trabajo. Hay que entender que una no es menos por ponerse un mandil. Todos seguimos siendo iguales. Somos hijos de Dios, y Él tomará mi trabajo, que es el servicio, para mi santificación

Descubrí mi vocación de supernumeraria al comprender que servir es algo muy importante. Siempre me gustó la parte del espíritu de servicio hacia los demás y la entrega. Además, tengo una familia, mi marido y cuatro hijos . La verdad es que también soy muy feliz en casa.

(1) Me escribes en la cocina, junto al fogón. Está comenzando la tarde. Hace frío. A tu lado, tu hermana pequeña —la última que ha descubierto la locura divina de vivir a fondo su vocación cristiana— pela patatas. Aparentemente —piensas— su labor es igual que antes. Sin embargo, ¡hay tanta diferencia!

—Es verdad: antes “sólo” pelaba patatas; ahora, se está santificando pelando patatas.

Surco 498