“Seguirá habiendo santos en nuestra Iglesia”

El 23 de febrero, después de la celebración eucarística dominical, Mons. Victor Sánchez, arzobispo de Puebla, entronizó una imagen de san Josemaría en la catedral de la capital poblana. Acompañado por Mons. Francisco Ugarte, vicario regional del Opus Dei, un nutrido grupo de sacerdotes concelebrantes, Martha Orozco, la autora del cuadro, y numerosos fieles, Mons. Sánchez destacó que “santos como san Josemaría son los santos de nuestros días”.

El 23 de febrero, después de la celebración eucarística dominical, Mons. Victor Sánchez, arzobispo de Puebla, entronizó una imagen de san Josemaría en la catedral de la capital poblana. Acompañado por  Mons. Francisco Ugarte, vicario regional del Opus Dei, un nutrido grupo de sacerdotes concelebrantes, Martha Orozco, la autora del cuadro,  y numerosos fieles, Mons. Sánchez destacó que “santos como san Josemaría son los santos de nuestros días”.

La espectacular noche poblana, iluminada por decenas de campanarios y cúpulas, dio paso a un día engalanado por un cielo color azul profundo. En vistoso contraste con la bóveda celeste se distinguía la imponente catedral angelopolitana, cuyas campanas anunciaban con alegría el inicio de la misa dominical de las diez de la mañana.

Desde temprano, cientos de personas procedentes de Puebla y otras ciudades de México comenzaron a abarrotar la histórica catedral, consagrada por el beato Juan de Palafox y Mendoza a mediados del siglo XVII.

Los fieles, además de asistir a la celebración de la eucaristía dominical esperaban con ilusión el momento de la colocación de un retrato de san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, en la capilla Dulce Corazón de María, ubicada a un lado del altar mayor del templo poblano.

La celebración fue encabezada por Mons. Victor Sánchez, sus obispos auxiliares, Tomás López y Felipe Pozos, Mons. Francisco Ugarte, vicario del Opus Dei en México, y varios sacerdotes de la Obra.

Con devoción y recogimiento, los fieles participaron en la misa, cuyas lecturas, tomadas del Levítico, de la Primera carta a los Corintios y del evangelio según san Mateo, pusieron de relieve la llamada universal a la santidad, mensaje que san Josemaría luchó por difundir en los cinco continentes.

Durante la homilía, Mons. Sánchez, rodeado por el magnífico baldaquino y bajo la mirada de las estatuas de san Ambrosio, san Agustín, san Gregorio y san Jerónimo, habló de la perfección cristiana en el siglo XXI.

“Y esta santidad de Dios, esta santidad de la Iglesia, es lo que nosotros proclamamos, sobre todo hoy, al bendecir y entronizar esta imagen de un santo de nuestros días, san Josemaría Escrivá de Balaguer, y ponerla en una capilla de esta catedral para la veneración de sus fieles y devotos.

”El Señor, pues, proclama con insistencia –y su Iglesia también– el amor al prójimo como fruto de esa santidad a la cual estamos todos llamados. (…) Si hoy celebramos a san Josemaría, no lo celebramos en sí mismo, lo celebramos en tanto que nos lleva a celebrar el único misterio capaz de culto, que es el misterio de Cristo (…).

”Los santos son una manifestación de la santidad de Dios, y santos como san Josemaría son los santos de nuestros días. Y seguirá habiendo santos en nuestra Iglesia”.

Concluida la celebración eucarística, el óleo de san Josemaría, que estuvo cerca del altar mayor desde el día anterior, fue trasladado a su nueva capilla. La imagen es obra de la reconocida pintora Martha Orozco, quien acudió a la celebración litúrgica.

Debajo de la pintura, que muestra a un sonriente san Josemaría, se colocó una placa con una inscripción que recoge algunos datos de la vida y obra del santo: "San Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975) Fundador del Opus Dei. Predicó incansablemente la llamada universal a la santidad y al apostolado para promover el encuentro con Cristo en medio de las circunstancias ordinarias de la vida".

Después de la colocación, cientos de files desfilaron por la capilla para tomar fotos del óleo o para rezar a san Josemaría. El júbilo de muchas de las personas que lograron entrar a la catedral para atestiguar el momento era evidente.

Además de ser una ciudad llena de ángeles, la capital poblana ahora cuenta con una clara manifestación de la lucha por alcanzar la perfección cristiana en tiempos modernos.